En Estados Unidos, el 21% de la población ha declarado que leyó al menos un libro electrónico en el último año, según El Pew Internet y American Life Project. Esta cifra va en aumento, ya que en diciembre de 2011 fue del 17%.
Por su parte, otras encuestas dejan entrever que los libros electrónicos gustan más que los originales impresos, salvo para dos momentos de la vida: los viajes con amigos y la lectura con los niños.
Muchos lectores empedernidos se están preguntando qué ocurrirá con las hermosas bibliotecas que hay en las casas, cómo harán para crear ese ambiente mágico con un aparato electrónico, si podrán recurrir a sus recuerdos, experiencias y leer en una pantalla retroiluminada. También es incierto el futuro de los libros empolvados, del perfume único cuando se pasan las hojas o de encontrar un tomo con las hojas ya amarillas por el paso del tiempo.
Los que dicen que seguirán comprando libros impresos para mantener la colección o para hacer un regalo, puede que quieran usar los e-readers sólo para los libros electrónicos en el avión o para momentos en que quieren más privacidad si van de vacaciones con los colegas. Estos son los que siguen defendiendo con ahínco la preservación de los libros impresos. Mientras tanto, hay otros que quieren saber si podrán emocionarse con la edición electrónica de Hojas de Hieba, 12 cuentos peregrinos o Moby Dick como cuando lo hicieron con la edición en papel.
Por su parte, las editoriales aún no saben qué será del futuro del libro tradicional, así como tampoco del libro electrónico. Por ello, por el momento ofrecen las dos opciones a los clientes. Ninguna quiere dar el paso de eliminar los impresos para pasar a los digitales y viceversa.
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