Soichiro Honda nació en una familia humilde de Hamamatsu – Japón, en 1906.
Trabajó desde muy pequeño en la herrería de su padre. Terminó especializándose en la reparación de bicicletas. Su primer sueño era el de convertirse en un ingeniero mecánico.
En 1922, Soichiro dejó la escuela para buscar trabajo en Tokio, logrando un puesto de aprendiz en un taller de autos.
A los veintiséis años fundó la Toukai Precision Machine Company, que se dedicaba a la producción de anillos de pistón. Al mismo tiempo, cursó estudios en la Escuela de Ingeniería de Hamamatsu.
Soichiro tenía una meta que había desarrollado en su mente y en su corazón: deseaba obtener un contrato con TOYOTA, con el fin de distribuir los anillos de pistón que su fábrica producía.
Para obtener este contrato, Soichiro trabajo día y noche, dormía en el taller, comía muy poco, se sacrificó mucho con la fe de que podría perfeccionar su diseño y elaborar un producto que cumpliese todas las directrices de calidad que estipulaba TOYOTA.
Incluso, vendió las joyas de su esposa para obtener el capital de trabajo suficiente para completar el proyecto.
Finalmente, llegó el día de mostrar sus anillos de pistón a TOYOTA. Todo el sacrificio y el esfuerzo que había puesto Soichiro en este proyecto se encontraban en juego.
Desafortunadamente, TOYOTA no estaba interesado en sus productos, ya que, según ellos, «no cumplían con sus estándares de calidad».
Cuando Soichiro regresó a la Escuela de Ingeniería, sufrió varias burlas de sus compañeros, todos se reían por su diseño fallido y por haber desaprovechado esa inigualable oportunidad.
Pero Soichiro se negó a darse por vencido. En lugar de centrarse en su fracaso, siguió trabajando hacia su meta.
Luego de dos años de trabajo duro y sacrificio, logró un espectacular crecimiento de su fábrica. Fue tal el crecimiento y en tan corto tiempo, que TOYOTA puso los ojos en esta compañía. Luego de algunas negociaciones, Soichiro vendió su fábrica de anillos de pistón a la misma TOYOTA que le había negado un contrato dos años antes.
Con el dinero de la venta empezó a fabricar motocicletas, que alcanzaron rápidamente gran prestigio y popularidad.
En 1948, Soichiro fundó la Honda Motor Company.
La reputación de la compañía aumentó en 1949 con la fabricación de la motocicleta Dream, a la que siguió el modelo Cab que tuvo un éxito de ventas arrollador.
Cuando Edwin C. Barnes viajó de polizonte en un tren de mercancías en East Orange, New jersey, hace más de un siglo, quizá pareciese un vagabundo, ¡pero sus ideas eran las de un rey!
Mientras se dirigía desde los rieles del ferrocarril hacia la oficina de Thomas A. Edison, su cerebro trabajaba sin parar. Se veía a sí mismo de pie en presencia de Edison. Se oía pidiéndole a Edison la oportunidad de llevar a cabo la única obsesión imperiosa de su vida, el deseo ardiente de llegar a ser socio en los negocios del gran inventor.
¡El deseo de Barnes no era una esperanza! ¡No eran ganas! Era un deseo vehemente, palpitante, que lo trascendía todo. Era algo muy definido y definitivo.
Pasaron cinco años antes de que apareciera la oportunidad que había estado buscando.
Para todos, excepto para él, sólo era una parte más del engranaje de los negocios de Edison, pero, para Barnes, en su interior, sintió que fue el socio de Edison cada minuto del día, desde el primero en que empezó a trabajar allí.
Es una ejemplificación notable del poder de un deseo definido. Barnes consiguió su objetivo porque deseaba ser socio de Edison más que ninguna otra cosa. Creó un plan con el que alcanzaría su propósito. Se mantuvo firme en su deseo hasta que éste se convirtió en la obstinación obsesiva de su vida y, finalmente, en un hecho.
Cuando viajó a Orange, no se dijo a sí mismo: «Trataré de convencer a Edison de que me dé algún tipo de trabajo», sino: «Voy a ver a Edison para explicarle que he venido a hacer negocios con él».
No se dijo: «Estaré alerta ante cualquier otra oportunidad, en caso de que no consiga lo que quiero en la organización de Edison», sino: «No hay más que una cosa en este mundo que estoy decidido a conseguir, y es asociarme con Edison en sus negocios. apostaré mi futuro a mi capacidad para conseguir lo que quiero».
No se planteó en ningún momento retroceder. ¡Tenía que triunfar o morir!
¡Ésa es toda la historia del éxito de Barnes!
Comenzar un proyecto o emprendimiento con un deseo vivo y tenaz, es mucho más importante de lo que creemos. Si pudiésemos sondar nuestro espíritu y corazón, y calcular el vigor de nuestros deseos, podríamos predecir casi con exactitud: ¡El éxito o fracaso hacia nuestro objetivo!
Si nuestros deseos son pálidos y fofos, nuestro progreso corresponderá a ese tinte y a esa consistencia. Pero, si ponemos empeño persistente en lograr nuestro fin y lo hacemos con la misma energía de un lobo que va tras su presa o como la noche se apodera del día, entonces nada en el mundo podrá derrotarnos.
“Persistencia ante la derrota”, es uno de los secretos para lograr el éxito en los negocios, pero, si no está alimentado por un deseo vehemente, todo intento terminará en fracaso y nuestro espíritu emprendedor terminará disminuyendo en cada oportunidad fallida, hasta llevarnos a la derrota total.
El deseo de éxito se encuentra estrechamente ligado con la pasión que tenemos al realizar nuestro trabajo. Todo aquel que siente esa pasión, se entrega totalmente hacia sus sueños. Día y noche piensan en los problemas de su proyecto, duerme pensando en las tareas del día siguiente, se despierta motivado y desesperado en realizar sus actividades, cuando habla con su familia o amigos, defiende su proyecto con uñas y dientes, aunque los demás piensen que se le zafó un tornillo de la cabeza.
“La pasión hace que nos entreguemos totalmente hacia nuestros sueños.”
Napoleon Hill, en su libro “Piense y Hágase Rico”, ha establecido seis pasos para convertir en oro los deseos. Este método le fue traspasado nada menos por el legendario millonario Andrew Carnegie. A continuación, comparto este método:
Seis pasos que convierte en oro los deseos:
1.- Fije en su mente la cantidad exacta de dinero que desea. No es suficiente decir “Quiero mucho dinero”. Sea exacto en cuanto se refiere a la cantidad. (Hay una razón psicológica respecto a esta exactitud).
2.- Determine exactamente lo que está dispuesto a dar a cambio de dinero. (No existe cosa tal como “algo por nada”).
3.- Establezca una fecha definitiva en la que intenta poseer el dinero que desea.
4.- Forme un plan bien definido para realizar sus deseos y comience en seguida, en todo momento esté preparado a poner en práctica su plan.
5.- Escriba una declaración clara y concisa sobre la cantidad de dinero que piensa usted tener, defina lo que trata de dar a cambio por ese dinero y describa claramente el plan mediante el cual lo acumulará.
6.- Lea su declaración escrita en voz alta dos veces al día, una antes de acostarse por la noche y otra después de levantarse por la mañana. Al mismo tiempo que lee, vea, sienta y crea que ya está en posesión de ese dinero. (Este paso le atribuirá confianza en sí mismo).
Alentemos entonces nuestro entusiasmo y deseo, enumeremos los beneficios que tendremos al lograr nuestros objetivos. Pensemos lo que significaría en dinero, en confianza en nosotros mismos, pensemos cómo nos verán nuestros círculos sociales, nuestras amistades, nuestra familia, sintamos el orgullo que sentirán las personas allegadas a nosotros cuando cumplamos nuestro objetivo.
“Los sueños se convierten en realidad cuando el deseo los transforma en acción concreta. Pida a la vida grandes dones y anime a la vida a que se le entregue a usted.”
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