“Tus Zonas Erróneas” es un libro que hay que leer si se tiene una mínima inquietud de crecimiento personal.
Su contenido alumbra ése deseo desde hace varias décadas (el libro se publicó en 1976), y lo hará el tiempo que el hombre mantenga una sana intención de alcanzar la mejor versión de sí mismo.
La descripción de las “Zonas Erróneas” es, por supuesto, lo esencial del libro, sin embargo el “Retrato” que expone Dyer de una persona que idealmente las haya superado, es tremendamente inspirador, sacude todas las fibras, conmueve.
Es el “retrato” del ser que “todos quisiéramos ser”: libres, independientes, productivos, genuinos, sin complejos, protagonistas en los actos de la Vida, en paz con el mundo y con todo lo que lo puebla.
Dyer detalla éste retrato en el capítulo final de su libro. Lo presenta como una poderosa invitación al conocimiento de una vida diferente, un estado y una forma de ser que cualquier persona desearía para sí misma.
Esta parte de su texto no ha estado exenta de polémica, la misma que acompaña casi todos los Ideales, los objetivos majestuosos, los referentes poderosos.
Conocer el retrato de una persona sin Zonas Erróneas es un imperativo para todo aquél que pretende transitar el camino hacia la mejor versión de sí mismo. Es un modelo por el cual vale la pena invertir todos los esfuerzos de crecimiento y transformación personal.
Antes de abordar el Retrato corresponde describir las 11 Zonas Erróneas que Wayne Dyer identifica en las personas y describe en su libro:
- Hazte cargo de ti mismo, tú eres el único responsable de tu propia vida.
- El primer amor es el Amor Propio. El trabajo de la autoestima.
- No necesitas la aprobación de los demás. “La aprobación no es un mal en sí misma; en realidad, la adulación es deliciosamente agradable. La búsqueda de la aprobación se convierte en una zona errónea cuando se vuelve una necesidad en vez de un deseo… Encuentra la inmunidad ante el dolor cuando no logres los aplausos que buscas…”
- La ruptura con el pasado. “Tú eres lo que eliges ser hoy día, no lo que antes elegiste ser”.
- Las emociones inútiles: culpabilidad y preocupación. “Si tú crees que sentirte mal o preocuparte lo suficiente cambiará un hecho pasado o futuro, quiere decir que resides en otro planeta con un diferente sistema de realidad.”
- Explorando lo desconocido. “Solo los inseguros ansían la seguridad.”
“La Zona Errónea de miedo a lo desconocido está esperando ser reemplazada por nuevas actividades estimulantes y llenas de interés que aportarán placer a tu vida. No tienes que saber hacia dónde vas; lo importante es estar en el camino.” - Rompiendo las barreras de los convencionalismos. “No hay reglas, ni leyes ni tradiciones que se puedan aplicar universalmente… incluyendo ésta.”
“El mundo está lleno de debes hacer esto que la gente aplica a su comportamiento sin previa evaluación; y la suma total de todos estos debes componen una gran zona errónea.” - La trampa de la justicia. “Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no la conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración. En realidad sería igualmente productivo que buscáramos la fuente de la juventud o algún otro mito por el estilo. La justicia no existe. Nunca ha existido y jamás existirá.”
“El Concepto de justicia es un concepto externo; una manera de evitar el hacerte cargo de tu propia vida.” - Terminando con las postergaciones ahora mismo. La eliminación de la inercia como estrategia para vivir.
- Proclama tu independencia. “El ser psicológicamente independiente quiere decir estar totalmente libre de todas las relaciones obligatorias, e implica la ausencia del comportamiento dirigido hacia los demás. Quiere decir que eres libre de la obligación de hacer algo que de otra manera no elegirías hacer, de no existir ésa relación.”
- Adiós a la ira. “El único antídoto para la ira es la eliminación de la frase interna: Si solo fueras más parecido a mí.”
Éstas son las Zonas Erróneas que se deben abordar y trabajar.
Y como producto del éxito que se tenga en la tarea, emerge el individuo libre de Zonas Erróneas, éste cuya descripción se convierte en un paradigma del crecimiento personal:
El Retrato de una persona que ha eliminado todas las zonas erróneas
Un hombre Libre
Dyer dice que una persona que ha eliminado sus zonas erróneas es un “hombre libre” que está demasiado ocupado SIENDO para fijarse en lo que hacen sus vecinos.
Este es, posiblemente, uno de los conceptos más elevados de Libertad, y la ocupación más sublime a la que puede dedicarse un individuo: simplemente SER, y por ende… dejar ser.
Estas personas libres, dice “no encajan fácilmente en ningún rol, trabajo específico, moldes geográficos, niveles educativos o estadísticas económicas… pueden ser ricos o pobres, hombres o mujeres, blancos o negros, vivir en cualquier parte y hacer casi cualquier cosa. Son un grupo de gente muy variada que sin embargo tienen un factor en común: estar libres de Zonas Erróneas.”
Más allá de sus condiciones o situaciones, estas personas simplemente SON. Y se sienten bien siendo como son.
“…disfrutan virtualmente todo lo que les brinda la vida; gente que se siente cómoda haciendo cualquier cosa y que no pierde el tiempo quejándose o deseando que las cosas fueran de otra manera. Sienten entusiasmo por la vida y quieren todo lo que puedan sacar de ella. Les gusta salir de excursión, ir al cine, leer, practicar deportes, asistir a conciertos, visitar ciudades, granjas, contemplar animales, montañas y realmente casi todo. Les gusta la vida.”
Es poderosa la sutil diferencia que hay entre alguien a quién “le guste la vida” y otro a quién “le guste su vida”. La Vida es simplemente mayor a todo lo demás, es la fuente, el recurso principal. Las personas pasan mucho tiempo evaluando solamente SU vida, calificando las pequeñas proporciones de su realidad, pero cuando el lente se enfoca en la totalidad de hecho condiciona la parte. Apreciar la Vida en su acepción genérica y total conduce inmediatamente a la apreciación de la vida personal. Ésta es una sutileza que se debe distinguir.
Quién disfruta lo que es la Vida (en general), disfruta de hecho lo que es su vida (en particular).
Dyer prosigue: “Cuando se está cerca de una persona libre de Zonas Erróneas se nota la ausencia de lamentos e inclusive de suspiros pasivos. Si llueve, les gusta. Si hace calor lo disfrutan en vez de quejarse. Si se encuentran en medio de una congestión de tráfico, o en una fiesta, o completamente solos, sencillamente actúan de la mejor manera posible. No se trata de disfrutar de todo lo que sucede, sino de una sabia aceptación de lo que es, de una rara habilidad para deleitarse con la realidad.”
Al final de estas frases está planteada la conclusión más conmovedora del carácter de estas personas libres: su habilidad para deleitarse con la realidad.
Posiblemente este es el imperativo final.
La gran mayoría de las personas sostienen una lucha permanente con la Realidad, la tratan de amoldar a lo que dictan sus expectativas e intereses. En ése proceso transcurre la vida, sin victoria y sin gozo, como la historia de ése caballo que persigue una zanahoria atada a su frente y que no la alcanza jamás.
Tener sin embargo la “habilidad” (la palabra específica es importante), de DELEITARSE con la realidad, involucra alcanzar una comunión total con la Vida. No solo aceptarla con reverencia y fluir inteligentemente con ella, también disfrutarla en cada parte del proceso.
No es lo mismo luchar en la Vida que luchar contra la Vida. Ésta última es una contienda que no se puede vencer.
Desarrollar “habilidad” para deleitarse con la realidad otorga la ventaja necesaria para luchar y alcanzar expectativas y propósitos, porque quedan alineadas las energías propias con aquellas que impone la Vida. Y si ésta “alineación” está gobernada por el gozo y el deleite, el proceso tiene tanto o mayor valor que el propio objetivo.
Un hombre libre de culpas y preocupaciones
Dice Dyer: “La gente sana y realizada está libre del sentimiento de culpa y de toda ansiedad que se produce cuando se usan los momentos presentes inmovilizándose por hechos que sucedieron en el pasado… La total carencia de culpa es una de las características de las personas sanas. Nada de lamentos por lo que pasó y nada de esfuerzos por lograr que otros escojan la culpa…”
El ser humano tiene el derecho natural de cometer errores, ellos poblarán la vida desde la toma de conciencia hasta el momento final.
¡No se puede caminar en la vida cargando culpas!
El pasado es inaccesible, no se puede modificar. Y en tanto se deje allí y constituya, en el mejor de los casos, experiencia o aprendizaje, juega a favor. Pero cuando emerge la culpa, se condiciona el presente, y así no solo se elimina el sano deleite con la realidad, también se propende a cometer más errores.
Por otra parte, expresa Dyer, “la gente libre de Zonas Erróneas no se atormenta con preocupaciones… No son ni planificadores del futuro ni ahorradores para el futuro. Rehúsan preocuparse por lo que pasará en el futuro y se mantienen libres de la ansiedad que acompaña a las preocupaciones. No saben preocuparse. No es parte de su manera de ser.”
Ni culpas por el pasado, ni preocupaciones o ansiedad por lo que pueda suceder en el futuro. Éste es el desafío, el camino de la paz.
El concepto poderoso acá es: “No saben preocuparse”.
¡Extraordinario!
No se trata de “no preocuparse”. Es que las personas sanas, simplemente NO SABEN cómo hacerlo.
Viven en la ignorancia completa y premeditada respecto al hecho de preocuparse, o para plantearlo de otra forma CONOCEN explícitamente la banalidad que constituye el hecho de preocuparse.
En un filme cinematográfico que expone la historia del canje del espía soviético Viliam Fisher (alias Rudolf Abel) por Gary Powers, el piloto estadounidense del avión U2 derribado en Kamchatka durante la guerra fría, un agente del gobierno americano le dice a Fisher: “no parece preocupado por su situación”, y Fisher responde: “¿Ayudaría eso en algo a mi situación?.
La preocupación es uno de los actos más inútiles que existen, y las personas sanas lo saben.
Un hombre que disfruta siempre del AHORA, del momento presente
Dyer continúa su descripción: “A estas personas les encanta la ambigüedad. Disfrutan del ahora en todas las ocasiones, convencidos que es todo lo que tienen… Los momentos que se viven entre los acontecimientos son tan vivibles como los acontecimientos mismos, y estas personas tienen una rara habilidad para sacar todo el goce posible de sus vidas diarias… Gozan siempre porque sencillamente se dan cuenta de lo absurdo que es esperar para disfrutar.”
No hay mejor término para expresar esto: ¡ciertamente es ABSURDO esperar para disfrutar!
¿No se acerca éste despropósito a lo ridículo?
¿Por qué entonces es una práctica de vida de casi todos los seres que pueblan el planeta?
Corresponde, por supuesto, “sacar todo el goce posible de la vida diaria”, de cada momento, de cada evento. La Vida no es nada más que eso, una suma de pequeñas inversiones.
Un hombre independiente
Wayne Dyer establece: “Esta gente tan sana es notablemente independiente. Es gente que se encuentra fuera del nido, y aunque puede sentir gran amor por su familia y estar muy ligados a ella, piensan que la independencia es más importante que la dependencia en todas las relaciones humanas… Rehúsan depender de la gente y que dependan de ellos en una relación madura… No necesitan ser amados por todo el mundo, ni tienen excesiva necesidad de aprobación.”
El amor genuino se fundamenta en el desapego, en la capacidad de amar sin dependencia y la posibilidad de saberse valioso sin el estímulo externo.
Si se acepta que esto se llama Madurez, se aceptará también que la mayoría de las personas se comportan como niños en el entendimiento de sus relaciones con los demás y consigo mismos.
Un hombre con sentido del humor
Estas personas, dice Dyer, “saben reír y hacer reír. Descubren el humor en casi todas las situaciones y se pueden reír de los acontecimientos más absurdos lo mismo que de los más serios y solemnes… No es gente seria ni grave que camina por la vida con pasos de plomo y rostro severo… No se ríen de la gente, se ríen con la gente. Se ríen de la vida y lo ven todo como un gran divertimento, aunque toman muy en serio sus proyectos.”
Triste es en realidad el destino de las personas que carecen de Sentido del Humor.
El Sentido del Humor es vehículo poderoso para construir una Relación con las personas, y desde allí vital para desarrollar fe, reconocimiento, percepciones de protección y amor.
El mismo significado del término lo explica todo: “El sentido del humor es una actitud que permite enfrentar las diversas situaciones de la vida sin dejarse atravesar por la derrota. Como si fuese una especie de baluarte, las personas con sentido del humor son capaces de salir adelante de los asuntos más delicados dejándose guiar por la esperanza y la certeza de que las cosas pueden mejorar.”
Un hombre que desprecia la Queja
Por otra parte, dice Dyer, “las personas libres de Zonas Erróneas, son gente que se acepta a sí misma sin quejas… saben cuál es su aspecto físico y lo aceptan… Se han aceptado a sí mismo y por ello son la gente más natural. Nada de esconderse detrás de artificios ni de disculparse por lo que son. No saben ofenderse por nada que sea humano. Se quieren a sí mismos y aceptan lo que son.”
No hace falta mucha agudeza para entender la arista de cobardía que involucra la queja en general. Pero el drama es mayor cuando se trata de la queja con uno mismo.
Tampoco es difícil entender el valor que tiene la capacidad de Aceptar la realidad y las cosas que determina la vida, pero ya es más complejo entender que las personas se nieguen a sí mismas y no se acepten con naturalidad.
Esta es, posiblemente, la más dolorosa de las Zonas Erróneas en cualquier persona.
Un hombre que no está sometido por los Problemas
Las personas sanas, continúa Dyer, “no están monopolizadas por los problemas de su mundo emocional. Para esta gente, un problema es realmente solo un obstáculo que hay que vencer y no un reflejo de lo que ellos son o dejan de ser como personas. Su autovaloración está ubicada dentro de sí mismos, por lo que cualquier problema externo puede ser visto objetivamente, y no, en ningún caso, como una amenaza o un desafío a su propia valía.”
La relación sujeto – objeto de la personas con los problemas se maneja, la mayoría de las veces, sin el necesario entendimiento de la división que existe entre ellos.
Son tan intensas las emociones que puede generar un problema que concluye siendo parte de la realidad del sujeto, y forma de hecho una tercera realidad: “un sujeto en problemas”.
En esta tercera entidad el sujeto no siempre toma el control de los problemas, son estos quienes toman control del sujeto.
Pueden considerarse los problemas como entidades objetivas (es decir que realmente existen), pero asimismo la relación de las personas con ellos debe partir desde la objetividad, desde la idea clara de la división que existe entre la persona y lo que le pasa. Uno no es lo que le pasa.
Esto lo entiende bien la persona que ha eliminado sus Zonas Erróneas.
Un hombre que no pelea inútilmente
“Las personas sanas nunca pelean inútilmente, dice Dyer. Si la lucha puede provocar un cambio, entonces lucharán, pero jamás lucharán inútilmente. No son mártires, son hacedores. Son también gente que ayuda a los demás”.
Luchar en la vida es una cosa, una necesidad de gobernar la nave ante las condiciones que presenta el ambiente para continuar en ruta y alcanzar el objetivo.
Pero pelear contra éstas mismas condiciones cuando el esfuerzo es inútil o vivir en conflicto con los demás por cosas que finalmente constituyen una nimiedad desde la perspectiva de la grandiosidad de la vida y del universo que la cobija es otra cosa.
Llevar luchas y peleas hasta la cama, poblar la mente y el reposo con ellas, anula toda disposición productiva y neutraliza la acción efectiva.
El hombre psicológicamente sano no confronta inútilmente, más bien tiende puentes benignos para aprovechar la energía positiva de los demás.
Un hombre que no se inmoviliza por nimiedades
Y en un sentido más práctico, pero igualmente trascendental, Dyer comenta:
“Estas personas no son gente enfermiza. No creen en la inmovilidad que producen los resfriados y los dolores de cabeza… Tratan bien a sus cuerpos. Se quieren a sí mismos y en consecuencia comen bien, hacen regularmente ejercicio (como sistema de vida) y rehúsan experimentar el tipo de malestares que inutilizan a mucha gente durante diversos periodos de tiempo.”
Un hombre honesto consigo mismo, y como consecuencia, honesto con los demás
La honestidad es otra cualidad de estos individuos en pleno funcionamiento:
“Sus respuestas no son evasivas ni pretenden mentir respecto a ninguna cosa. Consideran que la mentira es una distorsión de su propia realidad y rehúsan participar en cualquier tipo de comportamiento que sirva para engañarse a sí mismos… Esta gente no culpa a los demás. La orientación de su personalidad es interna y rehúsan responsabilizar a los demás por lo que ellos son.”
El engaño se encuentra en la antípoda de la honestidad, y seguramente no hay engaño más destructivo que aquel que se establece con uno mismo, puesto que de él parte, casi de inmediato, la necesidad compulsiva de culpar a los demás y así paliar el dolor.
Si existe un tipo de honestidad que es menester rescatar como fundamento del carácter es la honestidad con uno mismo.
Un hombre que administra muy bien su Energía
Por otra parte, expresa Dyer, son personas que “emprenden cualquier cosa a su manera única y particular, ya sea el hacer un plato de sopa, escribir un informe o cortar el césped… No sienten la obligación de hacer las cosas de cierta manera… Es gente con niveles de energía especialmente altos. Parecen necesitar menos sueño y sin embargo se sienten estimulados por la vida. Viven y son sanos… No saben aburrirse… No hay aburrimiento en sus vidas porque ellos canalizan la misma energía que tienen otros de maneras productivas para ellos mismos. Son agresivamente curiosos. Nunca saben lo suficiente.”
La conexión entre las “Zonas Erróneas” de los individuos y la Administración de Energía personal es muy interesante, porque finalmente es un hecho que en tanto se tengan “agujeros negros” que condicionan el comportamiento, ellos absorben Energía vital que pudiera destinarse a cosas más productivas.
En cuanto las personas se encuentren más “ligeras” de condicionamientos negativos, mejor destino tiene la dispensación de energía y es mayor la fortaleza de los aspectos positivos.
El circuito adquiere virtuosismo por el simple flujo que toma la energía personal.
¿Y el aburrimiento?
¿Acaso no es solo el estado en que se carece de energía o se la está reponiendo para propósitos que carecen de estímulo?
Un hombre sin temor al fracaso
Las personas sin Zonas Erróneas, prosigue Dyer, “no tienen miedo al fracaso. No equiparan el éxito en una empresa con el éxito como ser humano… Saben que el fracaso es solo un índice de la opinión de otra gente y no hay que tenerle miedo puesto que no puede afectar su autovaloración.”
¿Qué es el fracaso para una persona segura de sí misma? ¿Acaso no es solamente la valoración que otros dan al desenlace de ciertos eventos?
¿Cómo puede sentirse fracasada una persona que no mide su valor en términos de externalidades?
Un hombre que no cae en la seducción de la ira
Por otra parte, dice Dyer, “nunca escogen la ira que inmoviliza… Aceptan a los demás como son y trabajan para cambiar los hechos que les desagradan. Así, la ira es imposible porque no existen las falsas o exageradas pretensiones.”
Esta “administración de expectativas” que tiene la gente psicológicamente sana ayuda a resolver muchos problemas mundanos que acechan a las personas, puesto que si la valoración del éxito no se inscribe en una expectativa del juicio de los demás, la percepción del fracaso no existe. Y si por otra parte tampoco se construyen pretensiones respecto al comportamiento ajeno, toda perturbación respecto a ello se disuelve, incluida, especialmente, la ira.
La “administración de expectativas” es, posiblemente, la principal virtud de las personas que han eliminado sus Zonas Erróneas.
Un hombre sin fronteras y sin límites
Finalmente Dyer comenta que para estos seres libres “sus valores no son valores locales. No se identifican con la familia, el vecindario, la comunidad, la ciudad, el estado o el país. Se consideran a sí mismos como parte de la raza humana y para ellos un austriaco cesante no es mejor ni peor que un californiano cesante… No tienen héroes ni ídolos. Miran a toda la gente como seres humanos y no colocan a nadie sobre sí mismos en importancia. No exigen justicia en cada ocasión… Quieren ser victoriosos y eficientes por sus méritos en vez de ganar por las fallas de los demás”.
Este es el resumen del retrato de un individuo que no puede entenderse como ideal, más bien como un norte que guíe los esfuerzos de transformación.
Alcanzar la mejor versión de sí mismo no es solo una sana ambición que debe sostener todo individuo, es en realidad una obligación que se tiene ante la magnanimidad de la vida y la naturaleza de todo lo que la puebla.
Desde la humilde posición que tiene todo aquel que está embarcado en el propósito, va el agradecimiento al esfuerzo de Wayne Dyer para poner algo de luz en el camino.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Autor del libro: “Emprender es una forma de Vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”
WEB: www.elstrategos.com
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