por Carlos Biscay, director de e-ABC (www.e-abclearning.com)
Como decía el fundador de The MASIE Center y el Online Learning Council, Elliott Masie, hace algunos años, cuando una compañía decide implementar un proyecto formativo, lo primero a tener en cuenta es comprender que cada organización es única y que, al igual que ocurre con la vestimenta, no existe un talle que les calce a todos por igual.
En este sentido, al momento de analizar la tecnología más apropiada para cubrir las necesidades y expectativas de una empresa, es imprescindible no atarse a preconceptos, sino comprender en profundidad cuáles son los requerimientos puntuales del cliente, y a partir de allí, encontrar y sugerir la solución que más se adapte a los mismos.
El proveedor debe tener la capacidad, el conocimiento y la experiencia suficiente, para poder acercar al cliente las opciones más ajustadas a sus objetivos y realidad contextual, y explicar con claridad los pros y contras de cada uno, para acompañar la toma de decisión.
En el proceso de implementación de un proyecto de gestión del conocimiento, el factor tecnológico tiene que ser considerado tanto a nivel de aplicaciones como de contenidos.
Hay cinco factores a considerar especialmente para la selección del producto a utilizar:
- La compatibilidad con los navegadores predominantes en la comunidad de usuarios a impactar
- Dónde estará instalada la solución en términos de infraestructura de hardware –si se instalará en un servidor propio o si se terceriza el servicio-.
- El ancho de banda (teniendo en cuenta que puede competir directamente con las transacciones del core business, como en el caso de las intranets bancarias, lo que lleva a producir contenidos optimizados en bytes para reducir la transferencia de datos, con características de precarga, y posiblemente prescindir de videos o animaciones, manteniendo el objetivo pedagógico).
- La capacidad de integración con otros sistemas preexistentes (si el producto soporta capacidades específicas de integración, si permite agregar módulos o extensiones, si da la posibilidad de modificar el código fuente).
- Si se requiere que implemente estándares de portabilidad de contenidos (AICC, SCORM), de exportación de evaluaciones (QTI), de accesibilidad (WAI, Section 508), protocolos de integración de repositorios (SRU/SRW, OAI), o simplemente si nos permite configurarlo en diversos idiomas o personalizarlo gráficamente sin perder la compatibilidad de actualización entre versiones.
Las aplicaciones no deben ser seleccionadas solamente por sus características comparativas directas, sino también por cómo se integran a la plataforma tecnológica preexistente y la comunidad de usuarios.
Hoy la clave está en la independencia tecnológica que pueda proponer cada proveedor, en su conocimiento y experiencia de mercado, y capacidad para seleccionar, evaluar, integrar e implementar herramientas open source y propietarias.
La decisión pasa por efectuar un análisis adecuado de consultoría, que permita responder a las necesidades y objetivos de cada organización interesada en desarrollar un proceso de gestión del conocimiento. Para ello es vital preguntarle al cliente si precisa una plataforma sencilla de administrar y utilizar; una solución con grandes posibilidades de integración a sus sistemas de autentificación de usuarios, RRHH o bases de datos corporativas; una herramienta con diversidad de configuración y funcionalmente modular; o si simplemente desea que sus usuarios se autentifiquen para navegar los contenidos SCORM y luego obtener sus reportes de seguimiento. Luego de obtener estas respuestas, será el momento de evaluar los sistemas que resuelvan los requerimientos identificados y proponer opciones al cliente.