Resumen.
El éxito del Sistema de Salud en la Gestión del Riesgo Cardiovascular para alcanzar sus objetivos y satisfacer sus obligaciones sociales depende del desempeño gerencial de la organización. Lo fundamental de una buena Gestión del Riesgo se basa en la eficiencia y la eficacia que se tenga para lograr las metas en Salud Cardiovascular. El abordaje del riesgo en las enfermedades cardiovasculares, debe tener una visión integral, escapando un poco de aquellas netamente clínicas. El artículo genera un enfoque visionario del Riesgo en Enfermedades cardiovasculares permitiendo crear estructuras de desarrollo conceptual y organizacional que faciliten la coordinación de las actividades y el control de las acciones preventivas bajo un enfoque integral. Cada decisión en Gestión del Riesgo Cardiovascular con visión organizacional debe ser integral, adecuada, y permitir imponer políticas y reglas, que al accionar se acercará en lo posible a objetivos y metas, más efectivas y precisas.
Descriptores: Organización, Riesgo, Enfermedades Cardiovasculares.
Disciplina: Salud, Gestión del Riesgo, Gerencia Integral.
Área: Ciencias Gerenciales.
Introducción.
La enfermedad es una condición que afecta al medio ambiente. Al hombre en lo biológico, y como parte del medio social, donde se desarrolla y construye un entorno social íntimo. En la actualidad, el concepto de enfermedad como fenómeno biológico sumergido en una esfera física, social, cultural, educativa y económica, debe ser abordada desde una perspectiva gerencial.
Según la organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2002, dieciséis millones de personas murieron a causas de distintas enfermedades circulatorias-patologías cardiovasculares, cerebrovasculares y otras dolencias cardiacas, constituyendo la primera causa de muerte en las sociedades industrializadas.
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de morbimortalidad en la población adulta en Venezuela, y ocupan desde hace mucho tiempo la primera causa de muerte en mayores de 45 años. Las enfermedades cardiovasculares son silenciosas y dan pocas señales de alerta, por lo que pasan desapercibidas en la población productiva de la sociedad.
Venezuela tiene una alta incidencia en enfermedades cardiovasculares, realidad que circunda a todos los países latinoamericano, donde el sistema de salud venezolano es señalado por ser injusto o inequitativo en cuanto a eficiencia en distribución de los ingresos, las oportunidades de trabajo en la población y presenta una gran deficiencia en las estrategias de llevar el conocimiento a todos y cada uno de los actores sociales, haciendo incuestionable este fenómeno en todos sus contextos, por lo que no sea posible alcanzar uno de los derechos fundamentales de todo ser humano como es “el disfrute del máximo nivel de salud posible…” (OMS, 2007).
Se debe enfocar las Enfermedades Cardiovasculares como una situación que perjudica no solo al hombre, sino a todo su entorno social y económico, por lo tanto la participación debe estar enfilada crear otra visión de la problemática, ya que no bastan las estrategias de regímenes normativos de carácter obligatorio impuesto por otros, sino una formación filosófica y ética por Tratarse de una situación que requiere la participación de un equipo con visión transdisciplinaria y compleja. Se concibe así un enfoque multidimensional del problema al incorporar a la visión gerencial desde una perspectiva integral donde se eleve como disciplina que ponga de relieve los valores éticos, el respeto profundo por la vida y su preservación, la dignidad humana y la protección de la sociedad (Garza, 2000).
Causalidad y Enfoque del Concepto de Riesgo Cardiovascular.
Desde mediados del siglo XX se está produciendo en el mundo una transición epidemiológica, en la que cada vez tienen más peso las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT). En ese contexto, las enfermedades cardiovasculares y los factores de riesgo asociados (obesidad, sedentarismo, diabetes, hipertensión arterial…) se han convertido en la principal causa de muerte en prácticamente todo el mundo. De allí que se diga que son las nuevas epidemias globales.
El Factor de Riesgo Cardiovascular corresponde a una característica biológica o comportamiento presente en una persona sana que está relacionada en forma independiente con el desarrollo posterior de una Enfermedad Cardiovascular, es decir, aumenta la probabilidad de presentación de dicha patología.
El carácter particular de concebir la salud y la enfermedad, el trayecto que hay entre ellas y el desarrollo de la medicina se han implicado recíprocamente a lo largo de la historia. No obstante, han dado lugar en ocasiones, a sentidos contradictorios que expresan las profundas discrepancias en la manera de interpretar los hechos biológicos y sociales.
Según Daniel Flichtentrei (2001), las enfermedades cardiovasculares constituyen un ejemplo paradigmático en el que pueden reconocerse la confluencia: compleja, múltiple, interactiva y en ocasiones impredecible de numerosas causas y factores moduladores que intervienen en su génesis. Se trata de la patología de mayor mortalidad en el mundo industrializado, relacionada claramente con los hábitos culturales e históricos (alimentación, sobrepeso, sedentarismo, tabaquismo), con las condiciones simbólicas de la existencia socialmente conformadas (competitividad, condiciones de trabajo, inseguridad, stress, etc.), con la genética, con la biología molecular y la bioquímica sanguínea (factores hereditarios, dislipidemias, trombogénesis, disfunción endotelial, HTA). Los abordajes de un cuadro con las múltiples determinaciones que éste exhibe no admiten las modelizaciones reduccionistas ni la superficialidad de los esquemas de causalidad lineal y determinista.
El motor principal de la medicina, que da origen al cuestionamiento del paradigma médico biologista, se encuentra en la dificultad de generar un nuevo conocimiento que permita la comprensión de los principales problemas de salud que aquejan a los países industrializados, entre estos, las enfermedades cardiovasculares. Por otro lado la medicina clínica, especialmente en Latinoamérica, no ofrece una solución satisfactoria al mejoramiento de las condiciones de salud de la colectividad.
El objeto de estudio no se ubica a nivel del individuo, sino del grupo, visto como un proceso integro, el cual no podría ser cualquier grupo sino uno construido en función de sus características sociales y biológicas como un todo. Es así porque el grupo no adquiere relevancia por ser muchos individuos en vez de uno, sino en cuanto, que permite aprender la dimensión propiamente social de este conjunto de individuos, que, así, dejan de ser entes biológicos yuxtapuestos.
El hecho de que el concepto de enfermedad cardiovascular, tenga un componente ampliamente biológico no quiere decir que es falso sino que es parcial, esto es, que no deja ver más que una parte de la problemática. Permite ser abordado como proceso integral y no exclusivamente como suceso biológico. El carácter parcial, de esta manera, no permite impulsar el conocimiento más en otras áreas sin dejar ocultas a otras.
La naturaleza social de las enfermedades cardiovasculares no es verificada en el caso clínico, sino en el modo característico de enfermar y morir de los grupos humanos. De aquí la importancia del enfoque integral con miras de un abordaje más amplio y efectivo en base a escenarios futuros. Es necesario especificar qué se entiende por el proceso salud – enfermedad de un grupo y cómo se relaciona con el proceso salud – enfermedad del individuo.
La Enfermedades Cardiovasculares no puede ser vista como un fenómeno exclusivamente biológico, y los recursos terapéuticos no pueden limitarse sólo a la farmacología o a la intervención anatómica directa. Para ello se requiere sustituir el reduccionismo y la simplificación por un pensamiento complejo en donde se proponga un proyecto transdisciplinar que plantee la inseparabilidad de los aspectos físicos, biológicos y sociales de las enfermedades Cardiovasculares; enfocándola como un fenómeno heterogéneo y multicausal creando así nuevos modelos de abordaje para su prevención bajo esquema gerencial integral.
Promover estrategias en prevención de enfermedades cardiovasculares, orientadas exclusivamente por una renovación del concepto de riesgo, bajo una visión unidimensional y mecanicista del proceso salud-enfermedad-cuidado, corre el riesgo de crear una visión más cerrada del problema, alimentado ahora por las nuevas tecnologías de vigilancia epidemiológica, sus sensores y monitores.
Se debe evaluar la Salud Cardiovascular, basadas en procesos gerenciado por los sujetos y grupos afectados por los daños a la salud., permitiendo así considerar problemas conceptuales, metodológicos y prácticos, producto de la mera actualización del concepto de riesgo sin considerar los sentidos políticos y organizacionales de la gestión de los riesgos, es decir, sus orígenes y consecuencias como políticas organizacionales en el sistema de salud.
La construcción de la salud necesitará siempre de los obstáculos para que pueda asimilar los propios intereses y medios de alcanzarlos, pero esa asimilación podrá ser favorecida y potenciada si tales problemas son tratados como objetos contrafácticos. No se debe abandonar la conceptualización de las enfermedades cardiovasculares para producir conocimiento sobre salud, sino es necesario interpretar continuamente qué nuevos conocimientos están siendo dejados a un lado, por el estudio direccionado a las patologías y riesgos propios, tal como son percibidos, conceptualizados y transformados en el entorno de convivencia.
Conclusiones.
Las Enfermedades Cardiovasculares, al ser considerada como un hecho en sí mismo, se absolutiza y, permanece reproduciendo respuestas en una misma dirección y sentido, cercenando los potenciales creativos de la vida, inhibiendo la manifestación de formas más ricas y activas de salud. Bajo una comprensión contrafactual, la enfermedad obliga a pensar sobre aquello que, estando de un modo, podría estar de otro; obliga a reflexionar sobre otros modos en los que la vida podría estar transitando, motivando y organizando cambios, buscando enriquecer sus cualidades, permitiendo así la necesidad de transformación del tipo de respuesta a ser dada a la positividad del daño, que haga emerger y criticar los contenidos valorativos, normativos, que están en la base de su positividad.
La concepción lineal de la realidad y el pensamiento lógico positivista resultan insuficientes para resolver los interrogantes y las problemáticas que se plantean en la Gestión del Riesgo en Enfermedades Cardiovasculares y que presionan la necesidad de desarrollar un pensamiento integral capaz de enfrentar una realidad caótica.
Es evidente que las respuestas a este problema no pueden provenir solamente de la Medicina. La complejidad del problema obliga a buscar respuestas que trascienden el ámbito sanitario, donde se interviene preferentemente sobre pacientes de alto riesgo y con la participación exclusiva de los profesionales del sector.
Debe fomentarse la colaboración transdisciplinaria y la multiplicidad de metodologías de investigación para dar cuenta de fenómenos tan multifacéticos como el de las Enfermedades Cardiovasculares.
Referencias Bibliográficas.
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