Los investigadores y estudiosos del mundo socio-laboral, que tanto les gustan las encuestas y las estadísticas, no paran de ofrecernos datos muy interesantes, para poder reflexionar seriamente y plantearnos cambios.
Por un lado leemos en un diario nacional, especializado en economía y empleo, que un cuarenta por ciento de trabajadores españoles, no se sienten bien en su puesto de trabajo. Por otro lado, resulta que según un estudio de una consultora europea, los españoles somos los que más trabajamos y los que menos rentabilidad aportamos a las empresas.
Este país, muy dado a los refraneros, que tienen tanta razón, aunque dependiendo de la lectura que de ellos hagamos, cree a pies juntillas, que a quien madruga Dios le ayuda. Al margen de la fe de cada cual, lo cierto es que no se trata tanto de madrugar como de saber y querer trabajar con una buena y eficaz planificación del trabajo.
Si no estamos a gusto en nuestro puesto de trabajo, ¿Cómo vamos a rendir bien en las actividades laborales que realizamos?
Si profundizamos en la posible causa que da lugar a que tantos trabajadores no se sientan bien en su puesto de trabajo, en empresas españolas, nos percatamos que la mala organización del trabajo, es la causa principal.
Así, trabajar mucho (mal organizados) no es rentable. Con frecuencia pienso, que hay una generación de españoles, tanto trabajadores como empresarios, que han asumido profundamente, esa cultura del trabajo. El tiempo nos ha demostrado, que este país no ha avanzado demasiado con relación a otros de la unión, en I+D+I.
También estamos viendo y empezamos a sufrir como perdemos competitividad.
¿Qué fue antes el huevo o la gallina? O bien podríamos decir ¿Qué fue antes la mala organización del trabajo o el trabajo mal organizado?
No podemos, ni debemos, hacer responsables solamente a los empresarios, pues muchos profesionales que los asesoran y muchos trabajadores, no colaboran de manera proactiva y suficientemente en la mejora de la organización individual y colectiva del trabajo.
El escenario está preparado, los personajes tienen su papel y lo representan muy bien. Los trabajadores hacen como que trabajan en determinados momentos de la jornada laboral (absentismo presencial) y los empresarios contentos, creyendo que se rinde más.
El final de la escena lo conocemos todos, desmotivación, insatisfacción profesional, absentismo laboral, y pérdida de rentabilidad y competitividad para las empresas.
La gran herramienta corporativa, por excelencia, es la intangible CULTURA ORGANIZACIONAL, que como bien sabemos, lamentablemente, son muchas las empresas que carecen de la misma, haciéndose tangibles los malos resultados econónimos para las empresas y la mala salud laboral y pérdida de entusiasmo profesional para los trabajadores.
Generemos entre todos, y con mayor implicación, los profesionales de las ciencias sociales y laborales, la cultura de la eficacia corporativa, suficientes horas de trabajo, mayor calidad de vida laboral y mejor rendimiento empresarial. Si algunas empresas españolas y de otros países, como Alemania, lo consiguen, por qué no lo vamos a conseguir nosotros, todo es cuestión de querer y saber organizar mejor el trabajo, optimizando el rendimiento corporativo.
Acerca del autor:
Manuel López Jerez. Consultor de RRHH y Conferenciante de BCC.