A medida que la conciencia ecológica se va imponiendo entre la población (un proceso lento pero creemos que inexorable) surgen alternativas para intentar lograr que nuestro día a día sea lo más respetuoso posible con el medio ambiente. En definitiva, que nuestros actos sean sostenibles. Y en este sentido, los diarios, lo que llevamos día a día, son los más importantes. Es por ello que la aparentemente inocente acción de meter nuestra compra en una bolsa de plástico, aunque mayoritaria, está en retroceso. Frente a esta opción surgen otras alternativas, como puede ser las bolsas de tela.
Sabemos que a la hora del reciclaje, la bolsa de plástico es un problema, de ahí que en algunos países (como Irlanda o Hong Kong) se hayan implantado impuestos a su distribución con la intención de incentivar su uso (algo que en Irlanda, por ejemplo, lo han conseguido hacer). Así que conviene buscar alternativas, que sean más sostenibles y que, claro está, nos sean igual de útiles.
Como decíamos, este es el caso de las bolsas de tela. Gracias al material del que están hechas, nos permiten reutilizarles muchas más veces que las de plástico. Éstas últimas terminan rompiéndose apenas las hayamos usado un par de veces (y en muchas ocasiones incluso antes). Sin embargo, la de tela, nos permite utilizarla una y otra vez, cientos de veces.
Claro, este último punto es importante tenerlo en cuenta para ponderar adecuadamente el precio de unas y otras. Las bolsas de tela cuestan más que las de plástico, es cierto, pero se pueden usar muchas veces. Y, por supuesto, son más ecológicas.
Por otra parte, y aunque a algunas personas no les parecerá un argumento a su favor, en este mundo de hoy donde las cosas cada vez duran menos, incluso las relaciones personales parecen ser de usar y tirar, nos parece buena idea comenzar a cambiar esta tendencia a la temporalidad. Por supuesto que por usar una bolsa de tela ni nuestra personalidad ni nuestras relaciones personales van a cambiar. Pero, qué duda cabe, que es un elemento más.
Un elemento aunque sea de rebelión, que muestra que estamos hartos de tirar todo casi al primer uso. Creemos que hay que reivindicar lo duradero (que no lo eterno, tampoco hay que confundir), y ningún ámbito es malo para utilizarlo como campo de batalla.
De todas formas, para todas aquellas personas que el último argumento no les haya convencido, se pueden quedar con el resto, que son lo suficientemente contundentes a favor del uso de las bolsas de tela.