A lo largo de su historia, la educación ha estado íntimamente ligada a las instituciones que se constituyen como fuente del poder, independientemente de la forma de gobierno que se viva en un momento determinado. Se considera que la educación es un mecanismo de éste para mantener una identidad nacional, mediante la transmisión de valores, tradiciones y el cultivo de cierta ideología, acorde a la de quienes ostentan el poder dentro del Estado.
En este sentido, la política educativa en México ha fallado, ya que la educación no ha funcionado como elemento de justicia social, primordialmente, porque se presentan fallas serias en el sistema educativo mexicano como son: Baja calidad, desarticulación entre niveles y modalidades, irrelevancia de contenidos en el mundo real, evaluación deficiente y financiamiento educativo insuficiente, por mencionar sólo algunos.
Las fallas que se permean en el sistema educativo se reflejan en la operación de las escuelas, ello se debe primordialmente a que la educación se ha manejado mediante burocracias centralizadas y por los líderes de sindicatos de profesores, además de que los otros actores de la vida social, se han mostrado poco interesados en el tema. Esto perjudican mayormente a los usuarios de la educación pública, ya que las clases acomodadas, pueden hacer uso de sus recursos para estudiar en escuelas privadas.
Una educación mal administrada y con fallas no puede considerarse justa y equitativa, ya que desaprovecha los recursos que recibe al no aplicarlos adecuadamente, o en casos extremos, al carecer de algunos de ellos se provoca una inacción que paraliza partes del sistema.
En nuestro sistema educativo, que venía siendo centralista, se inició en la década de los setenta un esfuerzo por desconcentrar el control del sistema educativo hacia los estados, fase que culminaría en 1992, con la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB); que significó la firma de un convenio para operar en definitiva la transferencia de la administración y control del sistema a los estados
Es bien sabido que los directivos carecen de formación administrativa, para asumir una escuela, se basan en las experiencias laborales previas o en su habilidad personal. La formación previa de los directivos como maestros no tiene vinculación con la función directiva, salvo en el asesoramiento técnico – pedagógico. Es por ello que no poseen un estilo de liderazgo común, aunque existe una fuerte tendencia a los modelos de relaciones humanas y de recursos humanos, contra el modelo de liderazgo autoritario.
La problemática de la dirección educativa en México surge de la necesidad de tener al directivo escolar como líder de su entorno, teniéndole como un administrador de la era actual, tomando el papel que le señala el ANMEB, que en su visión para lograr la modernización educativa señala que el nuevo modelo de escuela.
La necesidad de gestionar adecuadamente una institución educativa es más que palpable, el hecho de coordinar esfuerzos pedagógicos, recursos materiales, recursos financieros, personal e información, requiere de un manejo administrativo tecnificado para mejorar sus resultados; si entre otros factores, conocemos que el director no puede escoger a sus colaboradores, es lógico que uno de sus principales problemas, el de coordinar grupos humanos para el logro de objetivos, no es necesariamente algo fácil de lograr, sobre todo si no está preparado para ello.
El sistema educativo público no puede permitirse el lujo de mal utilizar los recursos que le son confiados. Las mentes jóvenes que se echan a perder, el deterioro de los edificios educativos y la desmotivación de los docentes ocasionada por una mala gestión educativa, son, por así decirlo, productos desperdiciados de un proceso, un país no puede darse el lujo de desperdiciar su capital humano por una mala gestión educativa; con una sola escuela que sea mal dirigida, puede perjudicarse el futuro de los alumnos.
El perfil del directivo acorde al programa de modernización educativa se ha venido usando en educación es un estilo centralista, de arriba a abajo, donde la función del director se limita a instrumentar las circulares o memorandos que le son enviados de las oficinas centrales de la Secretaría de Educación, con muy bajo margen de decisión, aunado a la poca preparación que, para ejercer el cargo, ocasiona ineficiencia en la administración de los planteles escolares.
De hecho, en América Latina, el problema de la ineficiencia administrativa en los sistemas escolares es algo común, los sistemas centralizados han significado que “los directores de escuelas públicas (en contraste con los de colegios privados) tengan pocas posibilidades de manejar sus establecimientos de forma efectiva mediante la definición de presupuestos, la adaptación de insumos educativos a las condiciones locales y la selección de profesores.
La reforma educativa más recientemente iniciada en México es el de Modernización Educativa, este modelo pretende un sistema educativo flexible, de mejor calidad, en el que se otorga poder de decisión, en la educación a los estados, los municipios y los padres de familia. Este proceso de modernización tiene como propósito dinamizar las relaciones entre los elementos internos del sistema educativo y los existentes entre sistema y sociedad
La formación de directivos escolares, la administración educativa que plantea el modelo de modernización educativa es distinta de la actual, ya que ésta requiere de directivos escolares líderes en su entorno escolar, añadiendo en este, la participación y vinculación de la sociedad en la educación, situación que antes no se vivía dentro del sistema educativo.
El reto que se plantea para adiestrar a los directivos escolares actuales y desarrollar a los futuros, es el mismo que se le ha planteado al sistema educativo mexicano, pasar de un sistema centralizado y autocrático, a un sistema federalista y de participación.
El problema en sí mismo, es la poca formación que reciben los directores. Salvo la capacitación mínima que reciben para requisitar documentación a entregar a Secretaría de Educación, no tienen un programa de formación permanente. Además, por la naturaleza del sistema educativo y de los derechos sindicales escalafonarios, los directivos no duran mucho tiempo siéndolos, caso contrario a lo que sucede en otros organismos sociales.
La formación de administradores escolares debe hacerse desde que el docente obtiene su plaza en el sistema educativo, estableciendo algún instrumento para detectar docentes que tengan la habilidad y el interés de desarrollarse en una posición directiva.
Es necesario que el directivo haya sido docente, pero no que espere 25 años para llegar a ser director de escuela, debido a que, si resulta bueno, estará al punto de la jubilación cuando llegue al puesto y no tendrá mucho tiempo para desarrollar su trabajo. En cambio, si es un mal administrador, estará solo esperando la hora de su jubilación, dedicándose a lo más, a sacar el trabajo diario.
Pero, ¿qué tipo de personal directivo se requiere? Ricord (1999), refiere que la dirección de las escuelas debe estar a cargo de personal racional, actualizado, cooperativo, participativo, con una formación amplia sobre la problemática educativa nacional y con una clara capacidad para desenvolverse con eficiencia dentro de lo complejo que es una organización escolar.
Finalmente debe tener actitud positiva ante lo nuevo y ser capaz de interactuar en la comunidad en que se desenvuelve la escuela El administrador debe saber coordinar esfuerzos, formar equipos de trabajo, delegar funciones, interactuar con el entorno comunitario, admitir la participación de los colaboradores y administrar óptimamente los recursos.
Este artículo es un extracto del libro «Formación gerencial para la eficacia escolar», escrito por Juárez Martínez, G.D. (2006)
Texto completo en www.eumed.net/libros/2006c/193/