¿Has sentido ese dolor de espalda, de cuello y hombros después de un día lleno de pendientes, trabajo y asuntos sin resolver?
Estoy segura de que sí; yo lo he sentido… muchas veces. Hace años, cuando mi pequeña empresa pasaba una de las etapas más difíciles, lo sentía tan a menudo que llegué a considerarlo normal.
– Estoy súper estresada– le compartía a todo mundo
-Yo también- era la respuesta recibía de varios. Y entonces nos poníamos a quejarnos juntos.
En un momento, llegué a estar tan pero tan estresada que no podía dormir sin antes meditar por al menos una hora. A mitad de la noche me despertaba al borde de un ataque de ansiedad pensando en todo lo que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza:
- Los pagos pendientes
- Los trabajos atrasados
- Los malos entendidos con personas
- Los problemas por confiar en personas en las que no debí haber confiado
- Lo que los colaboradores no habían hecho bien
- Los errores que había cometido y sus consecuencias
- Todo lo que hubiera podido hacer mejor
- La lista de personas con las que estaba enojada
- La lista de personas a las que debía una disculpa
- Mis fallas como líder
- Las deudas, consecuencias de mis malas decisiones
- Las llamadas pendientes
Y así, la lista podía seguir casi de manera infinita.
¡Vaya que fue una época interesante querid@ emprendedor@!
Te confieso que aunque estaba físicamente agotada, durante muchas noches me fue imposible dormir y descansar adecuadamente. El resultado fue que acabé con unas ojeras enormes y mi peso empezó a variar mucho: subía de peso aunque comía bien y en un periodo me estresé tanto por aumentar kilos ¡que acabé perdiendo demasiados! Supe que estaba llegando a un nivel preocupante cuando un fin de semana, al visitar a mi familia mi madre señaló que se me veían ciertos huesos que no eran normal que se vieran.
Un verdadero caso que llegué a ser.
–Tienes que calmarte Susa- me dijo un buen amigo entonces, una tarde invitándome a tomar un café helado. Yo me tomaba el café lentamente a punto de llorar por el mismo estrés; todo el mundo me decía lo mismo y estaba harta.
-Es muy fácil decirlo- le contesté enojada, armándome de valor- pero quisiera ver si en mi situación tu podrías mantener esa calma que recomiendas.
Mi bonachón amigo se carcajeó tan fuerte entonces que el café helado que tomaba le salió por la nariz. Soltó una grosería en algo así como “No ch….. Susana” y continuó riéndose unos 5 minutos más sin poder detenerse.
Yo me puse furiosa, me ofendí y me dolió más la espalda.
– Susana- me dijo una vez que pudo calmarse- yo tengo tus “problemas” multiplicados por al menos 10 veces y ¿sabes? Duermo como un bebé.
Y volvió a reírse de mí y yo me ofendí más sin comprenderle.
En la siguiente reunión social con otros microempresarios que considero un buen grupo de amigos, a ese bonachón amigo se le ocurrió decirles a todos sobre mi estrés y nuestra conversación. Las 8 personas ahí presentes se carcajearon entonces como si les hubieran dicho el mejor chiste de su vida. Yo, con el dolor de espalda más fuerte que nunca, estresada y ofendida, no pude contener un par de enormes y redondas lágrimas.
– Susy- me dijo entonces una buena amiga ahí presente acercándose a mí y abrazándome- tranquila… si necesitas llorar pues llora ahora que estamos aquí entre amigos y comprende que negocios son negocios. Apenas vas empezando, si no puedes ahora ¿Qué será cuando crezca la empresa? Todo lo que te está sucediendo son retos para hacerte crecer y mejorar; todo está planeado para que estés lista para crecer.
– Discúlpanos por reírnos- agrego el esposo de esa amiga- pero no nos reímos de ti ¡es que a todos nos ha pasado lo mismo! Todos hemos estado en tu misma situación e igual, nos hemos ahogado en un vaso de agua. Aprende a reírte de ti misma, deja de tomarte todo tan a pecho.
-No va a pasar nada Susanita-comento enseguida otra excelente mujer que también me ofreció su amistad- lo peor que puede pasarte solo existe en tu cabeza. Observa bien las cosas.
–Y si la vida te cortó las alas– agregó finalmente otro buen empresario y amigo ahí presente-haz que vuelvan a crecer.
¡Que valiosos consejos me dieron ese día! Solo pude valorar su apoyo, sus palabras ¡incluso sus risas! años después.
Me apena decirte que no les hice mucho caso en ese momento. Me costó varios meses salir de ese bache ¿por qué? El principal obstáculo fue mi propia actitud respecto a los “problemas”; mi propia incapacidad de reírme un poco de mi misma. Hasta que después de varios meses de estudio de desarrollo personal, muchos libros leídos, muchos sucesos en mi vida y muchas horas de meditación comprendí verdaderamente lo que me habían querido decir ese día:
Estaba ahogándome en un vaso de agua. Estaba creando y viviendo en el DRAMA.
-Y está bien si así lo quieres- me dijo la excelente mujer que se ha convertido en mi terapeuta de cabecera- es tu decisión ¿qué decides?
Y decidí entonces salir del drama.
¡Y que genial ha sido esa decisión!
Por supuesto, los retos no se han acabado. Ahora les llamo retos, no problemas. Tengo aún días llenos de imprevistos, hay detalles que no salen como espero, hay… de todo. Ahora sin embargo, he aprendido a manejarlo y aprenderlo ha apoyado a mi propio crecimiento y al de mi amada empresa.
He decidido, verdaderamente decidido con el corazón, que YO PUEDO HACERLO.
Ya sé- y en este momento me rio de mi misma por eso- eso aún suena cursi y dramático pero ¡hey! Realmente me ayuda a mantener la calma y a VIVIR cada día con una sonrisa, a crecer y mejorar. A ser realmente MI MEJOR VERSIÓN cada día.
Y en ocasiones, cuando después de un día atareado siento estrés y con ello de nuevo ese dolor de cuello, hombros o espalda, recuerdo los siguientes consejos que hoy quiero compartirte:
- Desahógate a solas, toma un momento para ti
Está bien que después de un día pesado te tomes un momento para ti y sientas lo que sientes. Cierra los ojos y respira. ¿Sientes enojo? Enójate. ¿Necesitas llorar? Llora. Lo que sea que sientas está bien. Desahógate en privado, sin descargarte con terceras personas que acaben siendo tus seres queridos o tus colaboradores. Date oportunidad de expresarte contigo mismo sin preocuparte de si deberías ser más fuerte o lo que sea. Regálate un espacio de descanso a ti para eso.
- Perdona tus errores y reconoce tus logros
No existe el “hubiera”. Lo que hiciste, hecho está y es lo mejor que pudiste haber hecho. ¿Te equivocaste? Acéptalo y concéntrate en las soluciones sin torturarte. Todos nos equivocamos, equivocarse se vale; comprométete a aprender de ello. Reconoce que cada día sales a hacer lo mejor que puedes; ser un emprendedor no es un camino de rosas ¡y tú lo estás haciendo!!! FELICITATE por ello. Reconoce también todos los logros que tienes cada día ¡Porque los tienes! Solo que en ocasiones no volteas a verlos Por ejemplo ¿Estás leyendo este artículo no es así? Felicidades por buscar información para ayudarte, felicidades por estar aquí. Observa cuantas cosas haces como si observaras a un buen amigo, sin juicios y sin exigencias.
- Resignifica lo que pasa, cambia tu perspectiva
No existen los problemas sino los retos. Un loco muy sabio por ahí los llama “experiencias de aprendizaje”. No es el fin del mundo. Observa cada día como una bendición, como una nueva oportunidad para hacerlo mejor. ¿Se fue todo tu personal? Es una oportunidad para crear un equipo mejor. ¿Cerró tu empresa? Es una oportunidad para iniciar de nuevo con todo el aprendizaje y experiencia que ya tienes.
- Reconoce y asume tu responsabilidad, paso a paso
Haz una lista con todo aquello que te preocupa, estresa o no te deja dormir. Ahora cada día dedícale 1 hora mínimo (puedes dedicarle más) a esa lista y a cada elemento ve creándole su propia lista de acciones. Define qué acciones harás cada día y el tiempo de cada una. Por ejemplo ¿pagos pendientes? Paso 1. Enlista cuales son Paso 2. Calcula tus ingresos Paso 3. Define cuanto puedes o necesitas dedicarle a esos pagos pendientes Paso 4. Piensa como vas a ir pagando cada cosa, que cantidad destinaras a cada caso y si necesitas que sea más Paso. 5 ¿Cómo aumentar mis ingresos para aumentar la cantidad destinada a esos pagos? Etc., etc. Si tienes trabajos pendientes, igualmente dedícales tiempo diario y poco a poco podrás irlo resolviendo. Iras resolviendo todo paso a paso, poco a poco de manera REAL y coherente. Comprende que muy probablemente no podrás pagar en 2 días las deudas que creaste en 2 años pero si creas un plan de acción y TOMAS ACCIÓN cada día, podrás hacerlo en unos meses quizás.
- Ríete un poco de ti y aprende de la experiencia
Bueno tuviste que correr al banco y te regaste el café encima ¡Mejor que en la escena de una película! Ríete de tu camisa manchada y aprende a no correr con café caliente y a salir más temprano para hacer tus pagos. Se te olvido llamar al cliente X todo el día ¡No lo hubieras hecho mejor si hubieras planeado realmente ignorarlo! Aprende a agendar tus llamadas. Perdiste dinero en una mala alianza o negocio: será una gran anécdota un día ¡que novatada! Aprende ahora a hacer alianzas y negocios con un convenio o contrato de por medio.
Comprométete contigo mismo o contigo misma. Aprende de tus errores. Hazte responsable al mismo tiempo que adquieres sabiduría. Y recuerda el tan conocido consejo de vivir “aquí y en el ahora”; si realmente estás haciendo tu mejor esfuerzo ¿qué puedes hacer en las noches más que dormir y descansar para estar list@ para el día siguiente? En este momento que lees este artículo, solo lee este artículo, disfruta la lectura, date el espacio para eso. Respira, todo está bien.
Eres capaz, tienes mucho talento, eres responsable.
¡¡¡Tú puedes hacerlo!!!
Te recuerdo que puedes seguir leyendo más de lo que escribo en mi sitio web www.susanabaizabal.com. Puedes seguirme también en Twitter @susabaiza y recientemente en Facebook: SusanaBaizabal.
¡Que tengas un excelente día!