Emprender es una tarea muy difícil, actualmente existen muchas barreras que alejan a los empresarios de sus sueños.
El emprendimiento es muy importante para la economía de un país, ya que desarrolla el mercado interno y crea puestos de trabajo. Un gobierno debería motivar constantemente a sus emprendedores y facilitar su camino hacia el éxito, pero la realidad tiende a ser muy diferente en algunos países de Latinoamérica.
Para todos aquellos empresarios que se encuentran pasando por una etapa difícil, comparto 5 mensajes para levantar nuestro espíritu emprendedor:
1.- Derriba tus barreras y rompe tus cadenas.
“A medida que crecemos, adoptamos creencias negativas, suposiciones falsas y miedos saboteadores acerca del mundo que nos rodea. Todo eso acaba convirtiéndose en nuestras barreras y cadenas.” -Robin S. Sharma
Muchos de nuestros miedos y límites mentales son creados en nuestra infancia, ya sea por nuestros padres, nuestra familia, nuestros profesores, nuestros amigos o por cualquier persona del entorno que interactúa con nosotros. Por alguna extraña razón, la mayoría de las personas adultas tratan de transmitir sus miedos a los niños con un sentimiento protector. Por ejemplo: “La madre que no quiere que el hijo participe en un torneo de fútbol por miedo a que fracase”; “El padre que no quiere que su hija tome clases de ballet por miedo a burlas a su sobrepeso”; “El profesor que no desea responder a preguntas tontas realizadas por sus estudiantes, destruyendo así la confianza de sus pupilos”.
A medida que vamos creciendo, adoptamos creencias negativas, suposiciones falsas y miedos acerca del mundo que nos rodea. Todo eso crea barreras y cadenas muy reales para nosotros que limitan nuestra personalidad y confianza. Cuando nos topamos con ellas en el trabajo y en la vida en general, retrocedemos.
Si bien estas cadenas son iniciadas en nuestra época de infancia, digámonos a nosotros mismos: “¡YA NO SOMOS LOS NIÑOS QUE FUIMOS EN ESE ENTONCES!”.
Derribemos esas barreras y cadenas, desafiémosla, utilicemos nuestra fuerza de voluntad, nuestro coraje y nuestro corazón para vencerlas.
Nuestro deber con nosotros mismos, es dejar a un lado esos grilletes psicológicos, y empezar a soñar y atrevernos a lograrlo.
Establezcamos objetivos y metas en nuestra vida y nunca descansemos hasta conseguirlos.
“Que hoy sea el inicio del resto de nuestra vida.”
2.- ¡Hazlo! o vive toda una vida pensando que hubiese ocurrido si lo hacías.
“Es preferible ser audaces y correr el riesgo de padecer la mitad de los males que esperábamos, que permanecer en cobarde apatía por temor a lo que pueda ocurrir.” -Heródoto
Recuerdo muy bien aquel día que mi mejor amiga se fue a vivir a Inglaterra. Desde el inicio de nuestra amistad, tuve un sentimiento fuerte hacia ella, pero nunca dije nada, por temor al rechazo. Todos mis amigos me aconsejaban que le declarase mis sentimientos, ya que si no decía nada siempre me quedaría con la duda de cuál hubiese sido su respuesta. Y así fue, siempre que recuerdo esos tiempos, me nace la pregunta: ¿Qué hubiese pasado si le hubiese declarado mis sentimientos?
Este principio también se aplica a los negocios; tenemos una gran idea, tenemos la capacidad y habilidad para realizarla, tenemos los medios económicos para iniciar nuestra aventura, pero el miedo a fracasar nos detiene.
El fracaso es una forma más de aprender, es como la escuela de la vida te enseña carácter y persistencia. Recuerda siempre que todos hemos fracasado en algún momento de nuestras vidas, si no cometiésemos errores nunca aprenderíamos nada.
El fracaso solo es un paso más para llegar al éxito, si tienes la constancia y el carácter siempre podrás recuperarte. Lo que nunca recuperarás si llegas a perderlo es el tiempo y las oportunidades.
3.- Escucha
“Cada persona que conoces sabe al menos una cosa que tú no sabes; no dejes que se vaya sin haberla aprendido.” -Robin S. Sharma
Hace algunos años atrás, un pobre niño, un inmigrante holandés, lavaba las ventanas de una panadería después de ir a la escuela por ¢50 centavos a la semana, y su familia era tan pobre, que solía salir todos los días a la calle con una cesta a recoger trozos de carbón caídos en las calles. Aquel niño, Edward Bok, no se educó en escuelas más que durante seis años de su vida; pero con el tiempo llegó a ser uno de los más prósperos directores de revistas que ha registrado la historia del periodismo norteamericano.
¿Cómo lo consiguió? La historia es larga, pero se puede referir brevemente la forma en que se inició.
Salió de la escuela cuando tenía trece años, para emplearse como cadete de oficina de la Western Union, con un sueldo de $6 dólares y ¢25 centavos por semana; pero no abandonó por un instante la idea de educarse. Empezó a educarse solo. Ahorró el dinero que debía emplear en transportes, y se pasó muchos días sin almorzar hasta que tuvo suficiente dinero para comprar una enciclopedia de biografías norteamericanas… y entonces hizo una cosa inusitada… Leyó las vidas de hombres famosos y les escribió pidiéndoles información adicional.
Era un buen oyente. Alentaba a personas famosas a hablar de sí mismas. Escribió al general James A. Garfield, que era entonces candidato a presidente, y le preguntó si era cierto que había sido peón de remolque en un canal; y Garfield le respondió. Escribió al general Grant para inquirir sobre determinada batalla; y Grant le envió un mapa dibujado por él, y lo invitó a comer con él y a pasar la noche charlando. Bok tenía entonces catorce años.
Escribió a Emerson y lo alentó a hablar de su persona. Este mensajero de la Western Union mantenía bien pronto correspondencia con muchas de las personas más famosas del país: Emerson, Phillips Brooks, Oliver Wendell Holmes, Longfellow, la Sra. de Abraham Lincoln, Louisa May Alcott, el general Sherman y Jefferson Davis.
No solamente cruzaba cartas con ellas, sino que tan pronto como obtuvo vacaciones visitó a muchas de estas personas, y fue recibido como un huésped predilecto. Tal experiencia le dio una confianza que fue de valor incalculable para su vida ulterior. Estos hombres y estas mujeres de fama le inculcaron una visión y una ambición que revolucionaron su vida.
(Dale Carnegie, «How to win friends and influence people».)
Una de las grandes lecciones que toda persona debería aprender desde su infancia es el “saber escuchar”, contradictoriamente es una las últimas lecciones que aprendemos.
Saber escuchar es fundamental para alcanzar la excelencia personal y profesional. Los líderes escuchan y lo hacen sorprendentemente bien.
Una conversación puede transmitir aprendizajes, enseñanzas, experiencias que pueden llegar a evolucionar tu manera de pensar, de sentir y de actuar.
4.- El trabajo del verdadero Líder
“El verdadero Líder no es aquel que aparece para celebrar los triunfos, es aquel que aparece con una vela en la oscuridad.”
La siguiente es una historia de superación sacada del libro “Piense y hágase rico” de Napoleón Hill.
Hace unos años atrás el mundo dio el saludo a una de las personas más excepcionales que he conocido. Lo vi por primera vez pocos minutos después de que hubiera nacido. Vino a este mundo sin ningún rastro físico de orejas, y el médico admitió, cuando le pedí su opinión sobre el caso; que el niño sería sordo y mudo toda la vida.
Me opuse a la opinión del médico. Estaba en mi derecho. Yo era el padre del niño. Tomé una decisión y me formé una opinión, pero expresé esa opinión en silencio, en el fondo de mi corazón. En mi interior supe que mi hijo oiría y hablaría. ¿Cómo? Estaba seguro de que tenía que haber una manera, y sabía que la encontraría.
Cuando creció y empezó a percibir las cosas que lo rodeaban, notamos que mostraba débiles indicios de que oía. Cuando alcanzó la edad en que los niños suelen empezar a emitir palabras, no hizo intento alguno de hablar, pero de sus actos podíamos deducir que percibía ciertos sonidos. ¡Eso era todo lo que yo quería saber!
Estaba convencido de que, si podía oír, aunque fuese débilmente, sería capaz de desarrollar una mayor capacidad auditiva. Entonces sucedió algo que me llenó de esperanza. Surgió de algo totalmente inesperado.
Compramos un fonógrafo. Cuando el niño oyó la música por primera vez, entró en éxtasis, y muy pronto se apropió del aparato. En una ocasión estuvo poniendo un disco una y otra vez, durante casi dos horas, de pie delante del fonógrafo, mordiendo un borde de la caja.
La importancia de esa costumbre no se nos hizo presente sino hasta años después, ya que nunca habíamos oído hablar del principio de la «conducción ósea» del sonido. Poco después de que se apropiase del fonógrafo, descubrí que podía oírme con claridad cuando le hablaba con los labios junto a su hueso mastoideo, en la base del cráneo.
Una vez que descubrí que podía oír perfectamente el sonido de mi voz, empecé de inmediato a transferirle mi deseo de que oyese y hablase. Pronto descubrí que el niño disfrutaba cuando yo le contaba cuentos antes de dormirse, de modo que me puse a trabajar para idear historias que estimularan su confianza en sí mismo, su imaginación, y un agudo deseo de oír y de ser normal.
El pequeño sordo asistió a la escuela, al instituto y a la universidad, sin que fuese capaz de oír a sus maestros, excepto cuando le gritaban fuerte, a corta distancia. No lo llevaron a una escuela para sordos. No le permitimos que aprendiese el lenguaje de los sordomudos. Habíamos decidido que viviese una vida normal, y mantuvimos esa decisión, aunque nos costó muchas discusiones acaloradas con funcionarios escolares.
Cuando estaba en el instituto, probó un aparato eléctrico para mejorar la audición, pero no le dio resultado. Durante su última semana en la universidad, sucedió algo que marcó el hito más importante de su vida. En lo que pareció una mera casualidad, entró en posesión de otro aparato eléctrico para oír mejor, que le enviaron para probar. Estuvo indeciso en probar el aparato, debido a su desilusión con otro similar. Finalmente lo cogió, se lo puso en la cabeza, le conectó las baterías, y ¡sorpresa!, como por arte de magia, su deseo de toda la vida de oír normalmente se convirtió en realidad. Por primera vez oía tan bien como cualquier persona con audición normal.
Alborozado con el mundo diferente que acababa de percibir a través de ese aparato auditivo, se precipitó al teléfono, llamó a su madre, y oyó su voz a la perfección. Al día siguiente oía con claridad las voces de sus profesores en clase, ¡por primera vez en su vida! Por primera vez en mi vida también, mi hijo podía conversar con la gente, sin necesidad de que le hablaran con voz de trueno. Realmente, había entrado en posesión de un mundo distinto.
El deseo había comenzado a pagar dividendos, pero la victoria todavía no era completa. El muchacho tenía que encontrar todavía una manera definida y práctica de convertir su desventaja en una ventaja equivalente.
Sin apenas darse cuenta de la importancia de lo que acababa de obtener, pero embriagado con la alegría del descubrimiento de ese mundo de sonidos, escribió una entusiasta carta al fabricante del audífono, relatándole su experiencia. Algo en ella hizo que la compañía lo invitase a Nueva York. Cuando llegó, lo llevaron a visitar la fábrica, y mientras hablaba con el ingeniero jefe, contándole de su mundo recién descubierto, una corazonada, una idea o una inspiración, llámesela como se quiera, destelló en su cerebro.
Era ese impulso del pensamiento que convertía su dificultad en una ventaja, destinada a pagar dividendos en dinero y en felicidad por millares durante todo el tiempo venidero.
El resumen y el núcleo de ese impulso de pensamiento era así: se le ocurrió que él podría ser de gran ayuda para los millones de sordos que viven sin el beneficio de audífonos si pudiera encontrar una manera de relatarles la historia de su descubrimiento del mundo.
Durante un mes entero llevó a cabo una intensa investigación, durante la cual analizó todo el sistema de ventas del fabricante de audífonos e ideó formas y medios de comunicarse con los duros de oído de todo el mundo, decidido a compartir con ellos su nuevo mundo recién descubierto. Una vez lo tuvo hecho, puso por escrito un plan bienal, basado en sus investigaciones. Cuando lo presentó a la compañía, al momento le dieron un puesto de trabajo para que llevara a cabo su ambición.
Poco había soñado, cuando empezó a trabajar, que estaba destinado a llevar esperanza y alivio a millares de sordos que, sin su ayuda, se hubieran visto condenados para siempre a la sordera.
La vida tiene que ver con el uso de las opciones que están a tu alcance. Tus decisiones diarias se acumulan para configurar tu destino.
Así que en los tiempos difíciles recuerda que:
“El verdadero Líder no es aquel que aparece para celebrar los triunfos, es aquel que aparece con una vela en la oscuridad.”
5.- Nunca dejes de crecer, edúcate constantemente.
“Sé tan bueno que no puedan ignorarte.” -Steve Martin
Puedes obtener éxitos y puedes ganar mucho dinero, pero lo que hará perdurar tu riqueza y tus logros a lo largo de tus generaciones será tu inteligencia.
Existen muchas personas que han obtenido un golpe inesperado de riqueza, pero no la supieron mantener y en menos de 5 años terminaron donde iniciaron. Todo su dinero se fue perdiendo por malas decisiones y por una mala administración.
“Puedes tener un golpe de suerte, pero no esperes que el mismo fenómeno ocurra dos veces en una misma vida.”
Nuestra inteligencia es la que nos hace ser creativos, es la que soluciona los problemas, es la que nos permite administrar responsablemente nuestros recursos, es la que planea estrategias de negociación, es la que nos colocara por el camino correcto hacia nuestros sueños.
Entonces:
- Nunca dejes de leer.
- Termina tus estudios.
- Termina la Universidad.
- Toma Post Grados.
- Toma cursos de actualización.
- Toma seminarios.
- Realiza entrenamientos en tu área de especialización.
- Estudia más de una carrera.
- Platica con tus amigos sobre economía y política.
- Platica y escucha a profesionales de mucha más experiencia que la tuya.
Si deseas saber más sobre la vida: «Escucha a tus abuelos u otros ancianos, ellos vivieron grandiosas experiencias».
“La inteligencia es la herramienta de las decisiones.”
Video de motivación para emprendedores
El siguiente video es un homenaje para todos los emprendedores que luchan día a día por sus proyectos y por generar un impacto en el mundo. ¡No desfallezcan!
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