El promedio de edad de los emprendedores mexicanos oscila alrededor de los 45 años; sin embargo, son cada vez más los jóvenes emprendedores, creativos y visionarios que se aventuran en la carrera de construir su propio negocio.
Lamentablemente, ser creativo y visionario no garantiza ni es suficiente para hacer que un negocio prospere, lo que lleva a algunos emprendedores a quedarse en el camino antes de lograr alcanzar su máximo potencial.
Especialmente para los jóvenes emprendedores puede ser difícil desarrollar con éxito su primer proyecto por alguno de estos motivos que vale la pena conocer para estar mejor preparado:
3 motivos que llevan a los jóvenes emprendedores al fracaso
1. La falta de experiencia en el área
Sin importar el sector o área en el que se busque emprender es crucial tener conocimientos sobre el mismo, no solamente básicos, sino conocimientos competitivos que permitan enfrentarse a los competidores en igualdad de condiciones. Por ello, antes emprender, es importante investigar a fondo acerca del mercado en el que se busca incursionar. Además de esto, puede ser de gran beneficio buscar mentores expertos en el tema o alianzas con personas que tengan experiencia en el área del proyecto.
2. Estar demasiado solo
Algunas personas trabajan de mejor manera cuando tienen control total sobre lo que desempeñan, pero sin duda alguna esto es algo que un emprendedor exitoso no puede darse el lujo de hacer. Es importante que los jóvenes emprendedores se rodeen de gente con la misma pasión y forma de trabajar, pero también que piensen de forma diferente y sobre todo, con distintas habilidades y conocimientos que complementen el equipo. Además es natural que el estar acompañado inspire motivación y más responsabilidad al hacer las cosas.
3. No poner al cliente en primer lugar
Sin duda existen componentes esenciales para la creación de una empresa que requieren de gran atención, por lo que los emprendedores en ocasiones suelen dejar en segundo plano a los principales responsables de mantener el negocio a flote: los clientes. Esto no tiene que verse de manera estricta, pensando en un abandono total del cliente, sino en pequeños detalles que hacen la diferencia en el servicio, como por ejemplo una pobre atención pre y post compra, o tan simple como el no contar con una terminal punto de venta en el establecimiento. Este tipo de detalles permiten formar clientes leales que, además de ser recurrentes atraen nuevos prospectos a través de sus recomendaciones.